miércoles, 9 de septiembre de 2015

El mortero

Mortero (arma)

    
Mortero M224 de 60 mm
El mortero es un arma que dispara generalmente proyectiles explosivos o incendiarios con gran poder destructivo —más grandes que las granadas— en un ángulo superior a los cuarenta y cinco grados y a velocidades relativamente bajas. Estas cualidades son opuestas a las de las piezas de artillería, que disparan a gran velocidad y generalmente con ángulos de tiro pequeño.

Historia

Si bien es difícil saber quién fue el primer hombre que tuvo la idea de elevar un cañón para hacer caer un proyectil verticalmente, hay motivos para atribuirla a Mehmed II durante el Gran Sitio de Constantinopla de 1453. Manuscritos griegos de 1551 refieren que Mehmed, asediado por una flotilla enemiga en el Cuerno Dorado, propuso crear un arma de estas características, teniendo éxito en su empleo contra uno de los buques tras algunos disparos.
Para el siglo XVI el mortero se había constituido en un arma bastante común, recibiendo su nombre por la forma rechoncha y parecida a una olla de los primeros modelos. Los tubos eran bastante cortos (no más de dos o tres veces el calibre y éste por lo general superior a los 150 mm). Se trataba de armas para la defensa de la plaza o como piezas de sitio a fortalezas. A mediados del siglo XIX se intentó utilizarlas como armas de defensa costera, pero casi entró en desuso como pieza de artillería para la infantería.
No obstante su obsolescencia, la desgastante guerra de trincheras suscitada en el Frente Occidental durante la Primera Guerra Mundial determinó la imperiosa necesidad de emplear un arma que pudiera usarse para disparar desde el interior de zanjas y parapetos, sin exponerse al fuego, de forma de apoyar a la infantería y asediar las líneas enemigas. Por ello que se resucitó la idea del mortero. Inicialmente los ingleses y franceses emplearon morteros del siglo XIX veteranos de la Guerra de Crimea, e improvisaron otros de gran peso. Los alemanes también siguieron estas ideas, destacándose el Minenwerfer (lanzaminas).
Para 1915 los británicos lograron un diseño compacto de tubo de ánima lisa y bípode, que es considerado el primer mortero moderno. Lo apodaron Mortero Stokes en honor a su creador, Wilfred Stokes. Se desarrolló en varios calibres, desde los 60 a los 120 mm.
Los morteros modernos en general son derivados directos del mortero Stokes. Están formados por un tubo en cuyo interior se deja caer el proyectil, el cual es percutido al tocar una aguja percutora existente el fondo del tubo, lo que resulta en la detonación de un propelente y el consiguiente disparo del proyectil.
Sus "granadas" son de fabricación más sencilla y barata que los de artillería convencional, y transportan mayor carga explosiva por unidad de peso de proyectil, proporcionando un poder destructivo mayor al emplear velocidades de caída menores. Esto permite también una mejor distribución de los cascos fragmentarios y una óptima distribución de la energía cinética de la explosión.
Durante la Segunda Guerra Mundial, todos los países mejoraron sus diseños, destacándose los modelos soviéticos de 120 mm y los estadounidenses de 82 mm de calibre, que continuarían operando durante décadas.

Uso táctico

Los morteros ligeros se incluyen normalmente entre el armamento de las unidades de infantería, y los modelos más pesados se asignan a los batallones de artillería de apoyo, con la ventaja añadida sobre esta de no estar limitados a las necesidades de infraestructura logística de transporte y vías de comunicación que requiere la artillería.
Las secciones de morteros también suelen asignarse como primer escalón de apoyo de fuego en los batallones de infantería modernos, provistos de medios de enlace radio para coordinar y corregir su fuego indirecto. En los casos de la defensa, cada batería tiene asignado un sector, que se encarga de batir a pedido de los infantes. El mismo depende del alcance del mortero, siendo en la actualidad de unos 6.000 metros aproximadamente.
Entre su munición pueden emplearse distintos tipos: explosiva, rompedora, fragmentaria, fumígena, gas venenoso o incapacitante (prohibida por la convención de Ginebra), iluminantes, etc.
También es un arma que puede ser utilizada por fuerzas irregulares en su función de asedio, destacándose por su movilidad.

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